“Perpetual Wasteland”, un epílogo por todo lo alto para Stonebirds

Entre esa marca hipnótica y el impacto sonoro que supone toda esa fuerza arremetida en el nuevo “Perpetual Wasteland”, la obra con la que se despiden los músicos Stonebirds, deja un contrapunto excelente a una discografía que ahora, posiblemente atrapará ese estatus de banda de culto.
Merecimiento a raudales, seguramente sea una banda que echemos mucho en falta con el tiempo, y es cierto que el power trío ha puesto su culmen en este cuarto trabajo. Retorciendo atmosferas post metaleras a raíz de una intensidad abismal, las emociones garantizan un viaje único lleno del ingenio en las composiciones de los músicos franceses.
Para ello su faceta más arrolladora es la que golpea la fuerza demoledora de “Perpetual Wasteland”, transportándonos a través de 6 diversos y penetrantes actos con unos Stonebirds bendecidos por una mano imaginaria, creando auténticos himnos que se quedarán aglutinados en tu cabeza por un largo tiempo.
Este tipo de acciones solo está a la altura de las grandes obras, y desde luego, estoy seguro de que “Perpetual Wasteland” es de esos trabajos para golpear en las entrañas del ser humano, imponente en sus riffs, majestuoso en las edificaciones sonoras que aquí presentan, conmovedor por esa melancolía pesada como vehículo conductor en todo el álbum, y bajo ese símil de los muchos estados de ánimo por los que suele cabalgar este tipo de bandas.
Con todos los ingredientes sobre la mesa, toca darle al play y disfrutar de la inmensidad de “Perpetual Wasteland”, la luz contra la oscuridad, minutos evocadores que cautivan corazones como los de “Croak” y esa marca que te atropella literalmente en la inicial “Circles”, una forma pavorosa de arrancar el disco a lo grande. En otros casos, esa conmoción despertada en “Sea Of Sorrow” se contrarresta por la rabia incisiva de “So Far Away”. Ambos temas se anclan en el tramo medio del álbum, sostenido por ejercicios de largo de desarrollo y dónde Stonebirds aploma en su mecánica de fluidos, llevando una diversidad de conductos elementales que siempre crean ese aire espectral arrollador en su firma.
La parte final de “Perpetual Wasteland” también reserva momentos gloriosos como los de “Lit By Fire”, una nueva descarga en forma de losa atmosférica, extendiendo ese mencionado hipnotismo a nebulosas convertidas en odiseas sonoras por las que atravesar. El cierre con “The Last Time” nos avise de la despedida de la banda por todo lo alto. La épica está servida en un sexto acto que respira épica constructiva, dónde los cambios de ritmo se aclimatan en los minutos finales y se reconstruye un laberinto homérico para unos franceses rendidos a esa faceta profundamente emocional desde su vertiente más rítmica en todo el álbum.
“Perpetual Wasteland” despide la grandeza de unos Stonebirds a los que vamos a echar desde ya mucho en falta. El epílogo de los franceses culmina en un cuarto y último capítulo espectacular en todo su imaginario contorno. Dentro de un disco de lo más audaz, se esconde un arrastre tectónico abierto a la épica de la banda como nunca antes la habías visto.

