Clásicos Del Género: The Doors – «L.A. Woman» (1971)

the-doors-l-a-womanPsychedelic Rock / Blues

(Elektra Records / Asylum)

 

Sexto disco de la banda, publicado en el mes de Abril de 1971, tres meses antes de que fuera encontrado muerto Jim Morrison, aquel 3 de Julio de 1971 en la habitación del piso que ocupaba con su pareja Pamela Courson en el barrio del Marais de Paris.  Paradójicamente fue el álbum que menos éxito obtuvo en las listas de ventas americanas a las cuales llegó únicamente al puesto número 9. Anteriormente la banda había alcanzado el número 1 con su impresionante primer trabajo “The Doors”, y con su tercer disco “Waiting For The Sun”, mientras “Stranger Days” había ocupado el tercer puesto, “Morrison Hotel” el cuarto y “The Soft Parade” el sexto. Curioso dato teniendo en cuenta la popularidad de este disco, que en su conjunto probablemente sea el más completo y maduro de la banda; y que la repercusión del fallecimiento de Morrison hizo que la leyenda creciera.

El tema que lanzaron como single fue “Love Her Madly”, conteniendo en la cara B “(You Need Meat) Don’t Go No Futher”, tema no incluido en el disco, original de Willie Dixon y cantada por Ray Manzarek, apareciendo en el mejor recopilatorio que se ha hecho de la banda, que no es otro que el doble “Weirs Scenes Inside The Gold Mine”. Se trata de un tema en el que, como tanto otros de la banda, el órgano de Ray Manzarek lleva todo el peso de la composición, ese sonido que muchos definieron como “órgano de feria” en plan de burla. Es de destacar que el tema tiene un peso específico del contrabajo de Jerry  Scheff, que colaboró con la banda en esta ocasión. Curioso el hecho de que The Doors no contara con un bajista en la banda; pero esta circunstancia era suplida por el gran trabajo que el propio Manzarek ejercía sobre las composiciones.

 

El segundo de los singles que sacaron del disco fue el tema que cerraba el trabajo, “Riders On The Storm”, (en una versión reducida respecto a la que estaban incluida en el LP en el que duraba 7.14 minutos) uno de sus temas emblemáticos. En “Riders On The Storm” el cadencioso ritmo de la batería de John Densmore, iba marcando el ritmo a una composición suave y enigmática a la vez. Con un trasfondo de efecto de lluvia y tormenta, acordes entrecortados de la guitarra de Robbie Krieger,  en la que la voz de Jim, era suave, con una letra llena de metáforas, pero con un Morrison mesiánico. No era el cantante salvaje de otras composiciones, aquí su registro cálido parece presagiar lo que meses después sucedería. Como si la decisión de desaparecer ya estuviera tomada. Psicodelia en uno de los discos más bluseros de la banda. ¡Enorme tema!

La cara B del single correspondía a “The Changeling”, tema que abría el disco y en el que la fuerza de Morrison queda palpable bajo aromas bluseros introducido por el órgano, con toques funkys que le dan dinamismo a la composición, y un solo de guitarra que ameniza como contrapunto perfecto. Aquí nos encontramos la acidez característica de su gran vocalista.

El tercer tema de la cara A es un potente blues que sirve de lucimiento a los punteos de Robbie Krieger. “Been Down So Long” contiene en su letra esa sexualidad que acompañó a Morrison a lo largo de su vida y de su obra “Nena, nena, nena, ¿no te pondrás de rodillas? Vamos cariño, ven y dame tu amor, oh si…”. Siempre presente en sus letras, el sexo siempre descrito con figuras de forma sutil. (recuerden el tema “Five To One” de su disco “Waiting For The Sun”, 5  a uno, refiriéndose a los cinco dedos que masturbaban su miembro) En el tema se nota la presencia de Marc Benno, que colaboró en el disco en alguno de los temas más bluseros.

the-doors-live-bandLa melancolía clásica del blues queda perfectamente representada en “Car His By My Window”. Dominada por la guitarra, en un clima íntimo y de nuevo con Jim en plenitud. Incluso en la parte final se suma con su voz a replicar los solos de la guitarra, imitando su sonido incluso con la distorsión,  metido plenamente en ese blues clásico y calmado como si cualquier viejo bluesman se tratara. Evidentemente la contribución de Marc Benno, tiene mucho que ver también en esta pieza. Un músico con el que Morrison congenió durante la grabación y con el que intercambiaban confidencias.

La cara A del álbum  la cierra la mítica “L.A. Woman”. Poco que decir de este temazo que no se haya dicho antes. Homenaje a las mujeres sobre las que tanto habló y tanto aparecen en las canciones de la banda, y a la ciudad en la que residió la mayor parte de su vida y en la que tuvo todos sus éxitos, Los Angeles. Mujeres de vida atormentada, y luces, luces de neón. “¿Eres una pequeña chica con suerte en la ciudad de la luz o sólo otro ángel perdido? Siempre la metáfora y el doble sentido que bordea el lado oscuro en el que tan cómodo se sentía. Un blues dinámico en el que Morrison vuelve a mostrarnos todo su potencial sobre una composición que bajo el protagonismo de la guitarra sobre un órgano en segundo plano, va avanzado con una cadencia ascendente, como si de un coche por las autopistas angelinas se tratara.

La cara B del disco se abre con tema que sirve de homenaje a la otra América. Referida a los habitantes de la parte sur del continente, “L’America”  se muestra sombría, esa latino-américa tantas veces expoliada por la gente del norte, y que ve a su pueblo emigrar en busca del sueño americano, y tan numerosos son en Los Angeles. Redobles marciales de tambor ambientan la composición, cual ejército invasor en busca de la victoria que solo será posible para unos pocos. Inquietante el órgano de Manzarek crea un ambiente de misterio, de un mundo desconocido.

the-doors-discografiaUna pequeña joya incrustada en sus surcos, y no suficiente valorada es “Hyacinth House”. La composición vuelve a enseñarnos al Morrison más dulce y sensual. Con un virtuoso trabajo de Manzarek en el órgano, inspirado en una pieza de Chopin. Guitarras folclóricas y referencias a la casa de la playa de Robbie Krieger en la que tantos ratos pasó la banda. Extraña pieza homenaje a las radios latinas que se escuchaban en California, en la que Morrison recita más que cantar; “The Wasp (Texas Radio And The Big Beat)”, un nuevo blues.

Si durante su carrera encontramos muchos temas bluseros, posiblemente sea en este álbum en el que el blues esté más presente. Un ejercicio de la banda difícil de definir pero con un buen resultado final. Es posible que muchos amantes de The Doors, tengan otros discos favoritos, pero en éste, su último trabajo con Jim Morrison (posteriormente se publicarían por el resto de la banda “Other Voices” y “Full Circle” tras su muerte) sea el definitivo. Al entrar al estudio, la banda sabía que sería su último trabajo. El contrato con Elektra finalizaba, y Morrison tenía decidido dar un vuelco a su vida y apartarse de los focos. Es significativo que en la propia portada del disco, ya no aparece ese icono sexual en el que se había convertido. Ya no aparecen torsos desnudos, sino un Morrison con poblada barba, con un importante aumento de peso producido probablemente por sus excesos con el alcohol, y que ya no se emocionaba con el status de rockstar, apareciendo en un lugar inferior al resto de la banda.

Otro dato a tener en cuenta y que diferencia este disco del resto es que, aparte de no aparecer el logo que figuraba en la mayoría de sus portadas anteriores, desaparece el artículo del nombre. Ya no se presentan como The Doors, sino simplemente como Doors. Quizá esto sea un guiño o una consecuencia del origen del nombre de la banda. El nombre fue tomado de un libro de Aldous Huxley de 1954, “Las Puertas De La Percepción”. Un ensayo en el que hablaba sobre las experiencias con mescalina y que había tomado el nombre a su vez de un poema de William Blake; “Si las puertas de la percepción fueran depuradas, todo aparecería ante el hombre, tal cual es, infinito.”. Existe un mundo conocido y otro desconocido, entre ellos están Las Puertas.

Todo un punto y final a una exitosa carrera, en el que la banda se lo tomó como una despedida. Grabado en un local habilitado en Santa Mónica con una grabadora de 8 pistas y sin la producción de Paul Rothchild con el que habían tenido discrepancias, siendo sustituido por Bruce Botnick, la banda no pretendía una gran producción, sino que la música fluyera sin más artificios. Una obra maestra con la que la banda quería cerrar una etapa y abrir su vida a experiencias nuevas. Morrison quería desaparecer de los escenarios y centrarse en la poesía, falleciendo a los pocos meses. Muchas leyendas se ciernen sobre su muerte. El cadáver solo fue visto por su pareja y por el forense que certificó la muerte. Mitos sobre que no era cierto que había fallecido, sino que simplemente había desaparecido. Muchos relatos de gente que aseguraba haberlo visto en este u otro lugar. Leyendas que fueron avivadas cuando el mismo Ray Manzarek (una de las personas que mejor lo conocía) confesaba a un periodista… “Si alguien es capaz de fingir su propia muerte, ese es Jim”.

Leyendas o no, lo cierto es que el legado de la banda y el carisma de Morrison perduran hasta nuestros días, siendo referencia para multitud de bandas.

Imprescindible este “L.A. Woman”. ¡Larga vida a Jim Morrison! ¡Larga vida a The Doors!

 

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