Hilando el buen blues añejo en el estreno del proyecto Faraj Risberg Rogefeldt

Sería a finales de 2017 cuando nuestro antiguo compañero Roberto Lucas nos diera a descubrir una banda como Three Seasons con su álbum “Things Change” (reseña aquí). De ahí salen dos componentes como son Sartez Faraj y Olle Risberg como guitarra y bajista respectivamente, y abriendo con ese característico heavy psych blues a su nueva impronta.
Un elixir que hila muy bien el blues de la época como remesa debutante. Músicos en estado de gracia, como suelo decir, firmando una genialidad como estreno y madurando en sus carreras musicales como el buen vino.
Como pueden comprobar los grandes discos no paran de llegar y el apartado de novedades muestra un buen blues de sinfonía en este proyecto que se abre al mundo con su epónimo debut titulado “Faraj Risberg Rogefeldt”.
El apellido de sus tres componentes como nombre de este nuevo proyecto, corriendo atrás décadas en el tiempo, adoptando una nueva experiencia a disfrutar en una soleada tarde de verano y viviendo de ese esplendor heavy psych que transita por el ADN de este power trío.
El combo escandinavo lo completa el guitarrista Marcus Rogefeldt y he aquí dónde empieza la alternancia en su alineación, ya que Sardez Faraj ocupa el asiento de la batería dejando el mástil de 6 cuerdas a su compañero y cerrando un Risberg, que sigue firme en el bajo.
Este disco es producto de la elaboración de sus componentes en sus últimos años. Una grabadora de cintas de carrete a carrete y todo ese ritual analógico como las viejas costumbres para dejar un disco de una factura impecable.
Del disco podemos ver la mezcla perfecta desde Mountain a Cream si viajamos al pasado, en la actualidad podemos tomar como referencia a los suizos Marblewood o incluso los primeros Siena Root (banda en la que ha militado Faraj), si nos centramos en el músculo de Faraj Risberg Rogefeldt. La mezcla de elementos del álbum presenta viajes magníficos como esa “Rötter” en sus más de 11 minutos o el alma pegadiza y tímidamente progresiva de la penúltima “Skepnad”. De aquí se conecta un puente maravilloso para llegar a la dulzura de “Det sista vi ser”, un cierre dónde la belleza se eleva al cubo y la personalidad de la banda, salta con un dinamismo sobresaliente como uno de los grandes manjares del álbum.
No quiero destrozar la primera escucha en un disco que se debe sentir y disfrutar desde que le damos al play, sin observaciones previas, pero es cierto que se nos presenta en los últimos días del año un auténtico gran reserva que hay que saborear como una oda a la libertad del blues rock, letras en su lengua natal y un set de creaciones a piezas mayúsculas dónde estos tres tipos se deleitan en detalles infinitos, poniendo en liza ese hard rock sueco como oleadas que nos han acompañado a lo largo del nuevo milenio, y sus raíces más directas del blues de los 70.
Nuestro penúltimo DISCO DE LA SEMANA de este 2025 es todo un blues distintivo, con la huella de unos músicos de muchísima personalidad.
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