Fulminante regreso de Iron Monkey con su “9-13”
En lo que se refiere a pesos pesados, a verdaderos demonios de fuerza bruta, dos de los lanzamientos previstos en este mercado otoñal aterrizan en “La Habitación 235”, bajo esa crudeza interior que guardan, pero por encima de todo, homenajeando la gran pérdida que sufrieron ambas formaciones en los momentos pasados del proyecto. Bell Witch y su último “Mirror Reaper” perpetrará muy pronto dentro de nuestras fauces pero hoy toca hablar de uno de los regresos más esperados del 2017, la vuelta de Iron Monkey.
Si nos siguen fielmente en esta puerta número 235, serán conscientes de que la reactivación de Iron Monkey, tras 20 años de inactividad en el estudio, surgió en lo que va de este 2017. De hecho fue en Enero cuando detonamos la gran bomba de anunciar el regreso de otro de los pináculos del género sludge, visto desde el lado este de la costa atlántica. La pérdida de su anterior líder Johnny Morrow, fue todo un mazazo para los de Nottingham. Una insuficiencia cardíaca apagó la luz del mítico cantante el 22 de Junio de 2002 y con esto, la gigantesca sombra de Iron Monkey, que había conseguido una buena base de fans con discos como ese homónimo debut lanzado por Union Mill en 1996, o el fulminante “Our Problem” (reseña aquí) con el que alcanzaron mayor éxito tan solo dos años después, entraría poco a poco en barrena hasta su disolución definitiva.
Durante los primeros años del nuevo milenio, la fuerza de una banda como ellos se echaba mucho en falta en las vitrinas nauseabundas del sludge, pero el anuncio de Relapse Records a principios de año, fue todo un despertar para la comunidad del fangoso estilo y las preguntas se multiplicarían por ver lo nuevo que sería capaz de adoptar Iron Monkey, prácticamente 2 décadas después y sin la figura importante de Johnny Morrow al frente.
Con Steve Watson y Jim Rushby, como miembros fundadores y la unión de S. Briggs de Chaos a Iron Monkey, “9-13” demuestra exactamente lo que los propios artistas nos adelantaban en su tiempo. Un asalto mental a nuestras cabezas, con ese cinismo de los músicos en los que su veteranía solo se crece para engendrar el lado más agresivo de la banda. Nunca se fueron, solo se tomaron un merecido descanso en forma de recarga de baterías que tiene su descarga masiva en su sádico último trabajo, recuperando el trono que legítimamente solo a ellos pertenece, con un considerable aplastamiento craneal reducido en 9 infernales actos.
El regreso de Iron Monkey es un ataque constante, sino es el mejor de los asedios escuchado en los últimos años. Enfermizos que se dejan el alma por sus riffs de guitarra en rodillos como “Destroyer”, un cañón épico, o armonías, si lo podemos llamar así, más conocidas de los clásicos Iron Monkey con sus nuevos himnos “Omegamangler” o la misma canción que lleva el nombre del álbum. La voz del guitarra original Jim Rushby recae ahora en su personaje, muy similar a la de Morrow, por lo tanto, vuelvo a recalcar que no parece que Iron Monkey haya cambiado en absoluto en todo este tiempo. La aportación de Briggs como nuevo fichaje a los parches también es soberbia y así lo manifiesta en “Mortarhex” o la inicial “Crown Of Electrodes”, con ritmos más extremos que se ciernen sobre ese hardcore inicial en la banda británica. Tampoco nos olvidamos de ese impulso atroz que dejan en ”Doomsday Impulse Multiplier”. Si es que hasta los títulos nos advierten de sus hostiles intenciones.
Sin duda la imagen de Jim Rushby en las fotos promocionales es tal como marcan sus agónicas voces, la parte más robusta y malsana viene de su parte. Iron Monkey suenan así de fuertes, ahora como veteranos de su estirpe, gracias a su demencia, que el buen seguidor de la banda sabe agradecer. Atentos a “Toadcrucifer – R.I.P.Per”, hasta me adelantaría a decir que acojona más que Morrow, aunque no se si esto ya es escupir demasiado alto, pero realmente, las voces parecen más a las de un maníaco fugado de cualquier psiquiátrico con barra libre para actuar por las calles. Si “9-13” pedía más músculo, ese final con “Moreland St. Hammervortex”, fulmina todas las directrices establecidas por la banda en su historia. Un excepcional recorrido por el mugriento recorrido de Iron Monkey en sus casi 10 minutos de soberbio cierre. Desde partes más lentas, hasta las más rápidas, guitarras que crujen, voces que te aturden y esa instrumentación sónica, única en su especie.
Sinceramente con “9-13” no parezca que existen 20 años de vacío en la banda, y como si el espíritu de Morrow siguiera entre nosotros, los británicos nos han entregado una de las piezas más enfermizas, devastadoras y consistentes, tal cuál como se les recordaba a finales del siglo pasado. Todo un reconocimiento hábil con la deuda que nos tenían estos Iron Monkey en su historia. Magistral regreso.