Crónica Brant Bjork (Sala Caracol, Madrid)

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La sala Caracol de Madrid parece últimamente el epicentro del terremoto psicodélico en la capital. Un par de semanas atrás ya estrujaron el escenario el trío Radio Moscow (crónica aquí), y a sábado 14 de octubre se sube uno de los prestidigitadores originales del género, nada menos que Brant Bjork. Un nombre que encarna el nacimiento de la leyenda del desierto de California, el groove con el que daban saltos todos los chavales del instituto en las llanuras de Palm Desert. Brant Bjork fue un nombre clave en aquella ola de fiestas clandestinas, parte de una plantilla de jóvenes músicos cuyo sonido punk y sucio, no entraba en la programación mojigata de las salas de concierto.

Casi treinta años después, el panorama ha cambiado mucho. Aquella música que derrochaba punk y drogas bajo las estrellas del desierto, se convirtió en una puerta astral hacia nuevos mundos del rock. Benditos sean los generadores de gasolina que en su día debieron dejar canino al bajista y frontman de Yawning Man, Mario Lalli, amplificando así el sonido de tantas bandas como combinaciones de músicos hubo. A día de hoy llegan las formaciones de Fu Manchu, Masters of Reality y sobretodo Kyuss, revolucionando un género que no deja de multiplicarse, fusionando géneros bajo el manto de psicodelias pesadas y distorsión.

brant-bjork-live-band-1Hoy en día, el enfoque de Brant Bjork, pese a tener ese innegable peso en el desarrollo del stoner, doom y heavy psych, está mucho más orientado a un desert rock más comedido. Comenzaron su visita a Madrid con “Stackt”, con un sonido que obligaba a ponerse más cerca del escenario. Brant Bjork siempre se ha retratado con su obra personal, nacida años después de su salida de Kyuss, de una manera más ligera en cuanto a potencia. De manera que, tampoco era fácil discernir si es que el bolo debía sonar con una potencia de freno intencionado o la Caracol no estaba dando su mejor cara. Continuaron con el setlist en ese sonido un tanto incómodo, compensado por lo estupendo que suenan composiciones como “Buddha Time” o la ya mítica “The Greeheen”, centrando la lista en su reciente “Tao Of The Devil” (reseña aquí), principal razón de su visita ibérica.

Brant Bjork y su banda, vienen acompañados en esta vuelta europea por Sean Wheeler. Este tío, un verdadero showman que cumplía la mayoría de edad cuando conocía a un joven Brant de trece años en el instituto, hizo aparición en escena tras “The Greeheen”.  Frontman del grupo Throw Rag, otra formación surgida de la escena generator de California, es un nombre clave de los pioneros de esta esfera musical. Interpretó dos canciones cuya voz reequilibró los volúmenes de los músicos, y a partir de entonces, se notó una considerable mejoría en la envolvencia del sonido. Una voz para el recuerdo, contrasta diametralmente opuesta de la de Brant, con uso de rasgados y detalles punk-rockeros sobre “Dave’s War” y “Biker #2”. Tras estos temas, construidos desde una comprensión abrumadora entre los músicos en pasajes de travesía desértica, Sean Wheeler abandonó el escenario al que volvería más tarde para continuar esta sublime colaboración.

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Siguieron caminando temas, esta vez con un sonido más aceptable, sobretodo en la guitarra de Bubba DuPree, un músico de trayectoria estelar, miembro del grupo Void y cuerdas del último disco de los Soundgarden. Jams controladas por títulos como “Lazy Bones / Automatic Fantastic” y “Let The Truth Be Known”, en las que alargaron partes para intensificar el juego de desarrollo que dan los temas. Inmensas piscinas de fluidos ritmos psicodélicos.

Con “Let The Truth Be Known” dieron final a su concierto, pero estaba claro que volverían a salir al escenario. Estaba claro, no habían programado ningún telonero para esta actuación, algo que en mi opinión me resulta un tanto feo, teniendo en cuenta la esencia underground de la que se nutren las raíces de Bjork, no hubiese estado de más servir de soporte para promover a alguna banda de la escena actual. En este breve espacio de tiempo hasta que volvió a salir Brant Bjork y su banda, no faltaron gritos que suplicaban “Gardenia”. Otro detalle bastante negativo, en mi opinión, no hacer ni una ligera mención al grupo que en gran medida hace que Bjork esté dando una gira europea en estos momentos. Quiero decir, en visitas de otros miembros de Kyuss, como John García, o Alfredo Hernández, hemos podido escuchar temas del cuarteto stoner. De Joshua Homme se puede esperar eso, siendo el único miembro que verdaderamente ha hecho un progreso musical y artístico hacia un terreno alejado de la música que lo catapultó. Sin embargo, Brant Bjork, manteniendo un movimiento que orbita en torno a la escena de rock desértico, buen detalle hubiese sido regalar algo de la discografía de Kyuss.

Aun así el bis fue potente, con “The Future Rock (We Got it)” y “Low Desert Punk” animando a un público de juventud noventera, invocando pogos en la delantera y humo entre la gente. Fue para el último tema del set, “Freaks of Nature” cuando un Sean Wheeler que ya estaba subido en el escenario interpretando una performance con máscara y mímica de anfetaminas, alternó su voz con la de Brant Bjork para el cierre definitivo del concierto. brant-bjork-live-band-2Sin duda, este tío se lleva la estrella de la noche, sin menospreciar un fondo musical con mucha riqueza compositiva y de improvisación. Pero la interacción con el público es siempre crucial, el aporte mágico de una invitación a aullar con la banda por parte de Sean Wheeler, y toda su implicación con el desarrollo del concierto, consigue que de un concierto que podría ser memorable solo para los verdaderos fanáticos de Bjork, se vuelva un recuerdo perenne para todos los asistentes.

Más de hora y media de bolo, compensa ligeramente la falta de una banda que abriese esta fecha, otra más de un inicio de temporada intenso, con citas ineludibles como ésta. Una valoración positiva, pese a un sonido bastante deficiente de lo que cabe esperar de una talla tan grande, (había gente que salía de la sala con verdadera indignación y con la palabra “vergonzoso” en la boca). Yo escuché el concierto a cinco o seis metros del escenario, y ahí bien. Pero conforme uno se alejaba del foco de sonido, se notaba una diferencia muy importante, y en ese sentido el fallo es inexcusable.

El tercer tiempo sucedió en el bar de en frente, público y músicos compartiendo cañas en un ambiente que hace recordar la cercanía de esta escena entre artista y fans. Para mí, realmente eso fue lo mejor de la noche.

 

 

 

Crónica y vídeo: Aston Wirz

Fotos: Roberto Lucas

Sala: Caracol

Promotora: Noise On Tour

Fecha: 14-10-17

 

 

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