Ampacity – “IV”; Una nueva perspectiva…
Un auténtico festejo al vanguardismo progresivo y la creación de atmosferas melodiosas totalmente innovadoras. De esta manera describí yo la música de Ampacity en las previas de promoción de este nuevo “IV” el pasado mes de Febrero. Un anuncio que festejaba tras la vuelta de una banda que anunció ese triste parón a principios de 2018, dejando tras de sí una corta pero prometedora carrera, confeccionando grandes lanzamientos en su discografía en apenas un quinquenio.
Suyos han sido esos encuentros estelares empezando, y nunca mejor dicho por su primer “Encounter One” (reseña aquí). Digamos que la conexión espacial, como buen telón de fondo, y esa magia heavy psych en las jam sessions, dominaban las composiciones de su primer período. Pero si Ampacity y sus propios integrantes son los propios en decir que su intención nunca ha sido la de expandirse, yo soy el que digo que están muy equivocados.
Por supuesto hay un cambio sustancial desde su primer álbum a este último y más reciente “IV”. Es verdad que la ausencia de Dziablas, al que yo pongo nombre de Jan Galbas (si la propia banda me saca del error), es una de las premisas de un “IV” que precisamente va en contra de lo que ellos dicen, ya que su única misión no es otra que la de seguir expandiendo su paleto de sonidos. Siempre desde esas enriquecedoras ambientaciones marcada por sus enigmáticas atmosferas, siempre con ese coqueteo susurrante hacía las vertientes del post rock, pero también bajo el aplomo de las largas composiciones, en el que su afán por las jam sessions penetra en nuestro subconsciente con su mejor prosa instrumental.
Los músicos de Gdynia vuelven bajo una reestructuración de filas pasando a ser un cuarteto con la pérdida de Galbas. El emergente sello polaco Piranha Music, del que en su haber se han destripado y promocionado muchos de los últimos lanzamientos desde esta casa, corresponde a la distribución de este nuevo álbum por primera vez con estos entusiastas de las creaciones psicodélicas-progresivas.
Si hay una fuente que inspira la marca de ellos en muchos momentos como los de su apertura “A Stranger Fills My Eye”, tiene esa estela Floyd, muy acorde con seguir anclado a esa cola del cometa en los historiadores londinenses. A partir de aquí nace un vínculo entre la realidad y la alucinación, necesario para meternos hasta el tuétano de un “IV” que no acaba de convencer con su primera escucha, pero absorbe emociones con el paso de las siguientes.
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