Bell Witch – «Four Phantoms» (2015)
Experimental / Black Metal / Doom
Con solamente dos discos y un EP, Bell Witch, dúo de Seattle, y ex músicos de bandas como: Samothrace, Lethe, Shadow of the Torturer o This Building Is Cursed, se han forjado una reputación indestructible, como indestructible es su música bajo esta nueva aventura que, comenzó en el 2011 con un EP llamado como la propia banda, “Bell Witch”. Al año siguiente ya, en 2012, editaron su primer largo, “Longing”, una obra maestra de dimensiones desmesuradas y, en este 2015, su segundo trabajo como larga duración, “Four Phantoms”, un álbum, que sin ninguna prisa, va camino de ser lo mejor del año para un servidor. Dos chicos, Dylan Desmond (bajo y voz) y Adrian Guerra (batería y voz), que no necesitan nada más que dolor, sentimiento y la muerte de un estado psico-corporal qué, metafóricamente, hace que te levantes. Hablo en primera persona, es una de mis bandas fetiches, su dolor es mi salvación.
Si con “Bell Witch”, compuesto por seis temas y una duración de hora y siete minutos, donde cortes como, “Rows (of Endless Waves)” o “Bails (of Flesh)”, bastaban para dejar el planeta hecho un solar lleno de desolación y horror con humanos sin nombre y a disposición del caos fantasmal de sufrimiento y ahogamiento. Con “Four Phantoms”, cuatro cortes y hora y seis minutos (ahí, metiendo largas duraciones), el sendero comenzado años atrás, se agrava, dejando sin aire un alma cubierta, a su vez, de espinas. Un disco que produce dolor, tristeza y desesperación. Un disco indispensable para poder formar parte del engranaje de una máquina que salvará las vidas de todos aquellos que ríen y viven felices. “Four Phantoms”, te llevará empujado por un aire grisáceo a la tierra perdida, para que te impregnes de cenizas y ellas te consuman hasta morir sin amor.
“Suffocation, A Burial: I – (Awoken, Breathing Teeth)”, es un primer corte que supera los veintidós minutos y en los cuales, tanto Desmond como Guerra, cada uno con su instrumento y voces bien diferenciadas y particulares, desmontan y despellejan todo ser viviente capaz de adentrarse en él. El funeral doom hecho realidad, llevado a su máxima expresión, a su mejor exponencial musical. De entrada, un ritmo oscurísimo, tan denso que ni despojarse se podrá de él. Con la voz de Guerra (el batería), la parte grave de la banda, atrayendo esa soledad y desesperación que derrocha el álbum. Y una batería, que marca los timbales y platillo de forma limpia y contundente hasta introducirse más allá del intestino y el corazón. Las puntadas de Desmond, que hace de su bajo un instrumento mágico, son las evocadoras de cualquier estado anterior donde la vida tenía color, pero que ahora, se disfruta con tristeza y pasión. “Awoken, Breathing Teeth”, es superlativa/o. Así, Bell Witch, demuestran ser uno de los mejores dúos de la actualidad musical extrema. Composiciones complejas, largas, tremendamente bien elaboradas, cargadas de rabia, sentimiento y consternación. El segundo corte, “Judgement, in Fire: I – Garden (Of Blooming Ash)”, es el querer romper con todo ese dolor del que se habla. Empezando, como no podía ser de otra manera, asustando al mismísimo Dios de las tinieblas y las cenizas. Si se hablara de contundencia y agresividad, tendría que hacerse con cabeza, para que posteriormente, nada quedara muy por debajo de esta definición y tuviera oportunidad alguna de obtener la salvación. Opresión y asfixia musical lo definiría yo. Exaltación de lo grandioso. Tenebrosidad musical para fluir y desembocar en un sendereo lleno de llamas que ninguna lluvia gris podrá apaciguar. De la extenuación a la distensión. De la voz y batería de Guerra, a la voz y bajo de Desmond, pasando por una compenetración soberbia y terminando con cualquier ápice de tortura o angustia para mostrar al mundo, una obra majestuosa. La floración de las cenizas es la nueva savia de todo aquel que se mueve entre sombras y humedades, aflicción y pesar. “Suffocation, A Drowning: II – Somniloquy (The Distance of Forever)”, tercera parte de esta magnánima obra musical, habla del camino o ascenso a tomar una vez sumido en el baño de despojos y ahogo. Nuevamente, superando los veintidós minutos, la pareja de Seatlle, hace de su música un momento único y especial. Esta vez, Desmond, más protagonista cantando, hace que se te enturbien los ojos y humedezca el corazón. Su bajo ya no es bajo, es la nana más triste que jamás escucharás. Y la batería, el vigilante nocturno que nunca tendrás. Feeling, auténtico y puro feeling lo de Bell Witch. “La distancia de siempre. La asfixia y el ahogamiento”. Y por último, “Judgement, In Air: II – Felled (In Howling Wind)”, la culminación y llegada al final del sufrimiento. De nuevo, dos tipos en estado de gracia, haciéndoles hablar a sus instrumentos, cantándoles al nuevo mundo que, la piel es el aire, que el viento nunca acaba y que del cielo lluvia de sangre cae. Persuasión sonora y conmoción anímica.
Bell Witch superan las expectativas con “Four Phantoms” dejando un álbum para la posteridad. Un trabajo en el que esconderse para aprender a sufrir con libertad. Una solemne e inigualable obra maestra de la música moderna oscura (y no tan oscura).